Mi tía Juani en la escuela de Zuazu y Reta con sus alumnos, mediados-finales de los años 60. Una auténtica escuela rural.
Hoy
estamos aquí en esta despedida de nuestra tía Juana Ituláin Redín,* maestra
de generaciones y generaciones de alumnos, maestra verdaderamente vocacional,
algo esto, lo de su vocación, que es
recordado especialmente por sus numerosos alumnos, lo que muestra su verdadero
valor. El valor tan poco valorado como importante que representan los maestros
de escuela en la sociedad.
La vocación de mi tía iba más
allá de cumplir con el calendario y programa asignados, iba más allá de
horarios y requisitos mínimos. Su preocupación por enseñar, por enseñar
realmente, hacía que su alumnado se entregase así mismo en esta tarea.
Además
de este talento y talante de mi tía, destacaría su faceta humana. Ya que ella
no permitía que ningún niño quedase discriminado, abandonado u olvidado. Ella
lo integraba y hacía que los demás lo
integrasen en el grupo. Y una vez acabado el tiempo de clase, ella se quedaba
el tiempo que fuese necesario con aquel o aquellos niños que tenían este o
aquel problema y con verdadero cariño lograba que aquellos se motivasen
verdaderamente al recibir la atención y el aprecio que realmente necesitaban.
Pues un niño en la escuela no solo necesita conocimientos, sino que
especialmente necesita también cariño y afecto, y nuestra tía Juani se lo daba.
Así, te queremos dar las gracias,
gracias, gracias por todo.
* Con motivo del funeral celebrado en Pamplona el 20 de mayo de 2015 por mi tía Juana Ituláin Redín (1923-2015).