domingo, 31 de enero de 2016

El suicidio de un niño

Carta de Diego González a su familia.

Que una persona que todavía no ha formado su personalidad, tema que llevará su tiempo, que está en un proceso de intenso aprendizaje, que todavía por su edad, apenas eran once años, no ha debido experimentar la situaciones tan dramáticas que a veces nos ocurren en la vida, decida suicidarse, nos indica que algo muy grave había ocurrido. Y seguramente nadie le prestó la importancia que debiera, profesores, compañeros, familia... Porque tal suceso debía estar emitiendo mensajes por parte de la víctima  de una u otra forma,  aunque no fuesen directos, aunque no fuesen orales o escritos: apatía, temor, profunda tristeza..., y haciéndolo de una forma más o menos crónica. Esto normalmente no se origina y no acaba en un día. Por qué no hubo tal atención o ayuda que hubiese evitado tan terrible final se debe a motivos que se repiten en este tipo de situaciones: el no dar la importancia que requiere al comportamiento anómalo de un niño, aplicando la fácil y poco responsable respuesta  de que puede ser un "niño especial", con toda la falsa excusa que cabe en esta calificación de "especial"; seguramente porque las condiciones particulares que sufrió fueron también especiales, y no en sentido positivo. Además, están los much@s que asistieron a esta tragedia y miraron para otro lado o la aplaudieron y disfrutaron con ella; y valiéndose de estos aquell@s que provocaron el daño directo, los que torturaron tanto física como psicológicamente al niño maltratado.
Ante esta situación de las cosas el ambiente social tiende a culpar a la víctima, por ser supuestamente débil, incapaz de defenderse, en vez de analizar el tema con un poco de rigor y de moralidad y culpar a los verdaderos responsables: los matones que hacen esas barbaridades y la muchedumbre que les ríe las gracias o no tiene el valor de denunciarlas. Porque si estos matones quedan en evidencia delante de todos por su comportamiento, tan mísero como cobarde, se cuidarán mucho de volver a repetirlo, al menos de una forma más o menos pública. Aquí reside una de las labores fundamentales de la enseñanza que no se está cumpliendo. Y no solo es labor de los profesores, que sí tienen una responsabilidad fundamental por su cargo, sino de los padres, de todos los padres, y del resto de personas que conforman la sociedad.
Asistimos y vivimos a y en un sistema social y económico donde valores como la solidaridad y el respeto con y por las personas tienen poco peso y poco valor, si es que lo tienen. Luego nos quejamos cuando somos nosotros los despreciados o vistos como perdedores o parias y no nos gusta ese comportamiento de los demás hacia nosotros. Esto les ocurrirá también  a los profesores, padres y niños que contemplaron este acoso infantil y lo dejaron hacer; entonces que mediten sobre su comportamiento.
El caso de maltrato de un niño que me ha servido de referencia es el de Diego González, que se suicidó el 14 de octubre del año pasado al tirarse por la ventana de su casa de Leganés. 1 Diego dejó una nota escrita de despedida a sus padres, nota que llama la atención por lo bien redactada que está para un niño de once años: los espacios en la escritura, con una colocación soberbia de las comas, y el uso correcto de las tildes (solo hay dos fallos muy comunes, no solo en niños sino en adultos: echaré con h y ah escrito a). Esto, junto a lo que dice, nos muestra una persona cultivada y sensible, que son habitualmente y tristemente el blanco de las iras y envidias de otros, por no seguir el patrón mediocre y en buena medida despreciable del comportamiento de sus compañeros. En su carta apunta la huida del horror que le hacían padecer como el motivo de su trágica  decisión: "Os digo esto porque yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera de no ir".
Como personas de esta sociedad no les quepa la menor duda que todos tenemos responsabilidad en lo ocurrido, con mayor responsabilidad en primer lugar en quienes lo martirizaron y en segundo en quienes viéndolo o no viéndolo, porque estaban muy ciegos, no hicieron nada por evitarlo.

Notas:
1. Manuel Vilaseró. Conmoción en Madrid por la carta de suicidio de un niño de 11 años. El Periódico. 20.01.2016.



martes, 19 de enero de 2016

Una concentración contra la violencia de género


Son las ocho menos cinco de la tarde, ya hay bastante gente en la plaza, que se reúne, portando pancartas, en una concentración denunciando el asesinato que tuvo lugar la noche pasada. José mató a su mujer Adelia tras una discusión: los vecinos dicen que últimamente los enfrentamientos y la distancia en la pareja habían ido a más, estaban en trámites de separación y las cosas se habían enconado con el reparto de bienes. Él tenía 67, ella 62, y nunca hasta ahora se habían visto malos gestos ni malos modos en su relación; los más allegados comentan con pesar como algo que funcionó bien durante más de 30 años se desplomó el último que vivieron juntos.
Los vecinos no están muy de acuerdo con lo que se pretende mostrar en la concentración anunciada a las 8, hay una pancarta que han traído unas mujeres en la que pone el nombre y apellidos de José junto al calificativo de "asesino". No están de acuerdo que se ponga así y sobre todo por la relación que se hace con la familia al mostrar los apellidos. Bastantes vecinos no acuden al acontecimiento y otros van allí a mostrar sus quejas. Además, se une al malestar el que entre los que portan la pancarta está Juan. Juan, haciendo honor a su nombre, es un don Juan que no tiene reglas ni límites en los asuntos de mujeres. Pero no solo en lo relativo a con quien tiene o quiere tener una relación, sino a cómo trata a las hembras que por su manos han pasado. Allí y ahora está con Gemma, su actual pareja, cerca de ellos está Carmen, que fue la ex de Juan y también fue amiga de Gemma. Nada anormal si no fuese por que Gemma antes de estar con Juan conocía como este humillaba y pegaba a su amiga. Nunca lo denunció. Es más, a los meses ya mantenía relaciones con el don Juan, al mismo tiempo que estaba con Carmen. Ahora ambas mujeres protestan contra la violencia de género junto a un maltratador, su maltratador. La situación tampoco es desconocida por otras allí presentes; pero como es tan galán, tan guapo y tan violento cuando se enfada...
Los vecinos se acaban riñendo y la situación estalla. No podía ser de otro modo.
- ¡Basta ya de tanta hipocresía! -Grita enfadado un señor mayor llamado Fernando, que todos conocen y respetan- ¿Qué hace ese aquí? -y señala a Juan-
Los presentes callan y miran a Gemma y su pareja. Estos, ante las miradas acusadoras del grupo, abandonan con prontitud el lugar. En la concentración reina ahora el silencio y en unos pocos minutos van abandonando la plaza pensando y reflexionando sobre  lo ocurrido. Hoy han aprendido una lección, sobre todo las más jóvenes, y se la ha tenido que dar un hombre, un hombre mayor ducho en el saber de la vida y equilibrado en su criterio de la justicia.

lunes, 4 de enero de 2016

Un encuentro a través de Internet


El chico está mirando una página de contactos de libre acceso en Internet  y le llama la atención un anuncio de una mujer. Le gusta lo que allí aparece y tiene la intuición de que aquello alberga algo bueno. En estos casos no suele vacilar y decide entablar contacto. Es mejor dejar los miedos y el exceso de prudencia para mejores ocasiones, aquí y ahora no tienen lugar.
- Hola -le escribe-
- Hola -responde ella-.
- ¿Qué tal? -responde él-
Se ríen. Son los prudentes inicios de dos personas, hombre y mujer, conociéndose.
- Bien, pero busco relación con chica -dice ella-
- ¿Solo? ¿Tres? -pregunta el chico-
Pasan unos minutos. Él espera. Finalmente la chica contesta:
- Pero dime cómo sería.
- Dos chicas y yo os acompañaría. Si quieres con alguien que conozcas y tengas confianza.
La propuesta tan sincera y abierta no la desagrada.
- Ok. ¿De dónde eres?
- De Madrid.
- De Valladolid, pero con piso en Madrid para encuentros.
- Yo también dispongo de piso.
-  Tengo 40 años, estoy casada, pero soy liberal.
- 43, también liberal.
Ella está enviando una foto. Es realmente hermosa y sensual. Cuando la recibe él se lo dice:
- Eres muy atractiva.
- Gracias.
Él envía otra foto, esta sacada en el momento. Los hombres para estas cosas son más descuidados y menos previsores. Tarda un poco en llegar.
- Está subiendo -comenta ella-
Cuando se descarga:
- Se te ve guapo. Te queda bien la barba.
Ella sube otra foto. Cuando la puede ver él escribe:
- Gracias, es algo pelirroja. A tí te queda todo bien. Eres realmente guapa.
La mujer responde con otro gracias acompañado de un emoticono expresando agrado y un ligero sonrojo. Está contenta y se siente agusto. La adula apropiadamente sin ser nada pesado.
- Soy Pedro, encantado.
- Carmen, encantada.
Vuelve a enviarle Carmen otra foto, esta es la más sensual de todas: su mirada, el vestido con el escote mostrando unos prominentes senos, su peinado liso... Está francamente irresistible. Pedro está prendado, lo expresa claramente:
- Cómo me estoy poniendo.... Eres preciosa y sensual. ¡Qué bien te sienta ese peinado!
Ella deja pasar el tiempo. Quiere que se respeten los tiempos de la seducción, y él los respeta. Ahora le habla ella:
- Me alegro que te guste mi peinado. Estaré el próximo fin de semana en Madrid.
El quiere ahora que sea ella quien tome la iniciativa.
- Llámame cuando estés aquí. Un verdadero placer haberte conocido, besos.
- Ok, corazón, nos vemos.
Ella le envía emoticonos, con besosy labios.