miércoles, 20 de mayo de 2015

En la despedida de mi tía Juani

Mi tía  Juani en la escuela de Zuazu y Reta con sus alumnos, mediados-finales de los años 60. Una auténtica escuela rural.

Hoy estamos aquí en esta despedida de nuestra tía Juana Ituláin Redín,* maestra de generaciones y generaciones de alumnos, maestra verdaderamente vocacional, algo esto, lo de su vocación,  que es recordado especialmente por sus numerosos alumnos, lo que muestra su verdadero valor. El valor tan poco valorado como importante que representan los maestros de escuela en la sociedad.

La vocación de mi tía iba más allá de cumplir con el calendario y programa asignados, iba más allá de horarios y requisitos mínimos. Su preocupación por enseñar, por enseñar realmente, hacía que su alumnado se entregase así mismo en esta tarea.

Además de este talento y talante de mi tía, destacaría su faceta humana. Ya que ella no permitía que ningún niño quedase discriminado, abandonado u olvidado. Ella lo integraba y hacía que  los demás lo integrasen en el grupo. Y una vez acabado el tiempo de clase, ella se quedaba el tiempo que fuese necesario con aquel o aquellos niños que tenían este o aquel problema y con verdadero cariño lograba que aquellos se motivasen verdaderamente al recibir la atención y el aprecio que realmente necesitaban. Pues un niño en la escuela no solo necesita conocimientos, sino que especialmente necesita también cariño y afecto, y nuestra tía Juani se lo daba.


Así, te queremos dar las gracias, gracias, gracias por todo.


* Con motivo del funeral celebrado en Pamplona el 20 de mayo de 2015 por mi tía Juana Ituláin Redín (1923-2015). 

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